Tuesday, November 28, 2006

MI HISTORIA, MI PRESENTE.....................

2. EL MISTERIOSO KWX...........QUE OLOR!!!

Gran parte de mi infancia la pasé jugando con tubos de ensayos, mecheros, líquidos de colores y frasquitos. Hacía como que era un científico. Mi vieja me apoyo siempre en lo que para mi era un juego y que ahora es mi profesión. Me compró los juegos de química Cheminova, me dejó jugar en el pasillo donde había un mueble viejo y que era mi laboratorio.
Mi primera “investigación seria” fue cuando tenía mas o menos 7 u 8 años. Se trató de averiguar porqué el alcohol le sacaba el color verde a las hojas. Resulta que rompí una planta de mi abuela y como cuando me cortaba me ponían alcohol para desinfectarme, me pareció lo más lógico hacer lo mismo con la planta para tratar de solucionar la cagada que me mandé. Cuando le pasé el algodón con alcohol este quedó verde. Esto me inquietó y empecé a cortar hojas a escondidas y a sumergirlas totalmente en alcohol hasta que las hojas quedaban blancas y el alcohol se volvía “mágicamente” verde. Como no sabía que pasaba le consulté a mi vieja y ella me aconsejó “primero mirá lo que le pasa a las hojas, pensá una respuesta posible y después demostrá que tu posible respuesta esta bien”. Ella me estaba explicando muy sencillamente el método científico. Algo que ella aplicaba diariamente en su trabajo en el museo. Ella me fue orientando, enseñándome primero a leer en enciclopedias y luego ir “especializando” mi lectura en los Lo se todo, el atlas de la ciencia y otros libros que ella misma me compraba. Así me enseño a buscar bibliografía sobre un tema “vas de lo amplio a lo puntual” me explicaba. Así me maraville al enterarme que las plantas hacían su propia comida, con los cloroplastos y lo que yo estaba haciendo era una extracción de la clorofila utilizando solventes. Luego mi mente “científica” se desvió un poco (o mucho) y la empecé a usar para molestar a vecinos y abuelos. Inventé mi arma secreta el “KWX”. Ese era el nombre que le puse a una mezcla de no se bien que pero que al calentarlo daba un olor a huevo podrido que no se aguantaba. Ahora se que era que estaba produciendo ácido sulfhídrico. El KWX fue utilizado eficientemente en la venganza en contra de la vecina que no me devolvía la pelota y en contra de mi abuela por no dejarme jugar con la patineta a la siesta. Luego de esta “guerra química” volví a la ciencia pacífica.
Así mi vieja también me inició en la Micología. En las tardes invernales de domingo, se las pasaba ideando experimentos para mantenerme ocupado. Porque la verdad que yo era (o soy) bastante rompe pelotas. Uno de estos pasatiempos imaginados por ella fue hacerme meter en un tupperware viejo un trozo de queso y un pan y humedecerlos. Después me los hizo guardar hasta el domingo siguiente en un armario cerca de la estufa. A los 7 días lo abrimos y vi con asombro que habían “aparecido” unos “algodones” y círculos con de colores. Ahora lo vería de otra manera, esos algodones eran Mucorales y los círculos seguramente eran colonias de Penicillium y Aspergillus que me maravillaron al mirarlos con la lupa.
Así fueron pasando los años y esos primeros experimentos terminaron convirtiéndose en mi vocación, la bioquímica y la Micología. Esta elección fue iniciada y siempre apoyada por mi vieja, que pudo saber que trabajé en la Universidad del Litoral y estuvo presente cuando presentamos junto con unos compañeros de la facultad los resultados de un trabajo de detección de diabetes encargado por el club de Leones. Irónicamente un viaje de este club no dejó que estuviera en mi colación en Santa Fé ni en la lectura de mi tesis en Madrid. Pero bueno así es la vida, al menos me dejó ver el orgullo con que me miraba en el club de Leones y saber lo orgullosa que estaría al ver mi nombre en los artículos y en mi tesis que fueron posible al apoyo de gente espectacular que he ido conociendo en este camino que he comenzado a recorrer en la ciencia y de la que ella es en gran parte responsable.